Reseña de Y con tu espíritu

Y con tu espíritu.

El día ocho de diciembre pasado, aunque parezca que ha pasado un siglo, asistimos en Murcia a la presentación de una novela, acto que tuvo lugar en el Espacio Cultural de El Corte Inglés; uno más de los muchos compromisos de esta naturaleza a los que uno va acudiendo últimamente. 

Esta novela: “Y con tu espíritu”, fue bautizada con un título que, así, a bote pronto, despista por completo, aunque dada la foto que ilustra la portada, una pared a la que le falta parte del estuco, típico de barrios marginales, ya da una interesante pista de lo que uno puede encontrar en cuanto comienza una lectura que ya no podrá dejar hasta el punto final.

Luego se le da la vuelta a la tortilla y es entonces cuando descubrimos que estamos ante una novela negra donde policías, bandidos, prostitutas, quinquis, traficantes e incluso asesinos, nadan en el abundante detritus que fuera de la vista de la sociedad abundan en las cloacas policiales, judiciales e incluso de las instituciones penitenciarias.

Se nota perfectamente que el autor, Miguel Ángel Carcelén Gandía, que además es funcionario de prisiones, pese a que tiene pinta de profesor de instituto, es un escritor bregado en el suburbial mundo que rodea este circo donde hacen complejos equilibrios los cuerpos de seguridad en su permanente lucha, casi siempre en inferioridad de medios humanos, técnicos y por supuesto, legales contra el oscuro mundo del hampa.

La novela, estructurada en veintiséis capítulos, me ha gustado mucho. Está escrita con la solvencia de alguien que domina a la perfección el léxico callejero, el policial y por descontado, el carcelario. Sus constantes citas, en las que se incluye en cursiva incluso algo del deje caló y barriobajero, son música celestial para mis oídos. 

La trama, donde multitud de personajes cruzan sus vidas, es fácil de seguir y sorprende gratamente con esa magia que solo los buenos escritores son capaces de transmitir: intensidad, credibilidad y riqueza literaria salpimentada de abundantes y gratas sorpresas que gustará a cualquier amante del género, especialmente a los que, de un modo u otro, tengan relación con este trepidante mundo policial que ya, a poco más de un año para mi paso a la jubilación, desde un puesto administrativo, tanto añoro.

No en vano viví de primera mano, en mis primeros años como policía, ese intenso olor a podredumbre, a sudor de quinqui en los cacheos, a chabolas de arrabal, a casa ocupada por yonkys de chuta y más tarde, de chino de caballo.
Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con una lectura que me ha transportado a aquellos años de vigilancias, de persecuciones y de constantes visitas a los juzgados.

Viene esta historia, ganadora del Premio de Novela Palin, apadrinada por el sello editorial Dokusou, en la que se baten el cobre mis amigos Asun y Raúl, emprendedores e infatigables luchadores en este difícil mundo de los libros y que ahora, precisamente ahora, lo están pasando fatal. 

Ejerció de maestro de ceremonias en la presentación mi amigo Asensio Piqueras, al que  aprovecho para dar un enorme abrazo que en estos días cobra un especial sentido, y no es solo por el obligado confinamiento.

En fin, que felicito públicamente al autor, en cuyo currículo figuran más de treinta títulos y la friolera de más de trescientos premios literarios (algo tendrá la criatura) manchego para más señas, paisano de mi querido Chencho.

No lo tengo como amigo, así que sería feliz si este pequeño reconocimiento llegara a su poder.

Javier Bastida, 28 de marzo de 2020


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